miércoles, 19 de septiembre de 2012


 
 
¿EN QUÉ  CASOS PODRÍA JUSTIFICARSE EL EMPLEO DE LA VIOLENCIA?

 

PRESUPUESTOS TERMINOLÓGICOS

El término Violencia no tiene una definición única y por tanto se hace necesario precisar qué definición estamos empleando aquí.

Violencia supone la trasgresión de unos límites, que en el caso de la violencia política en la que nos vamos a centrar, se trata de unos límites legales establecidos por el derecho.

La relación entre Estado y violencia es estrecha. Son varios los autores que definen el Estado como el organismo con dominio legítimo de la violencia (Weber, Aranguren, Benjamin, Sorel). Sin duda, otro de los conceptos que se encuentran imbricados con el de la violencia es el de justicia, pues este parece ser el fin que con mayor frecuencia se aduce para justificar el recurso a la violencia.   

Me baso en la tesis doctoral de Rosa María Suñé Domènech para diferenciar entre dos tipos de violencia política[1]:

Violencia insurgente: propósito reactivo. Aspira a alterar radicalmente la ordenación vigente y a fundar, instituir y legitimar un nuevo contenido para la justicia social. Pone en entredicho lo universal del consenso en torno al orden establecido y de un discurso del orden delineado para beneficio de una determinada distribución del poder político y del potencial económico de una sociedad.

Cabe distinguir entre aquellas que aspiran a un cambio radical del orden social y poder político (revolución) y aquellas que tienen como meta final obtener objetivos sociales y políticos puntuales y limitados.

Violencia vigilante: propósito proactivo. Vela y defiende el sostenimiento de la legalidad vigente.


¿Cuándo se justifica la violencia insurgente?

Siguiendo a la autora mencionada más arriba, la violencia insurgente, cuando se articula con un ideal revolucionario y con una lucha armada, justifica el empleo de la violencia como  un levantamiento contra una violencia sistémica y represiva con argumentos susceptibles de fundamento ético y político. Si pretende ser legítima, la praxis revolucionaria acompañada de un discurso revolucionario debe reconocer unos límites de actuación, que reflexionen sobre la transgresión ética que representa el empleo de la violencia y que no desfigure lo concreto del sufrimiento que siempre entraña la violencia.

La violencia insurgente está justificada cuando es la respuesta a otra violencia (contra-violencia). El insurgente si quiere legitimar su posición (y diferenciarse respecto de la fuerza del discurso violento del Estado) debe cumplir unos requisitos: una voluntad de justificación pública y una razonada explicación de por qué se considera una opción política y éticamente legítima. Es  imprescindible que demuestre que se trata de un último recurso y que existe una reflexión consciente sobre la propia responsabilidad respecto a la violencia.

Tanto la violencia insurgente como la vigilante tratan de legitimarse a través de discursos. Hay que tener en cuenta a la hora de analizar los discursos quién es el emisor, quiénes los receptores (a quiénes va dirigido), el contexto en el que se inscribe en términos de distribución del poder y los posibles falsos argumentos que se esgrimen.

 

 

ARTÍCULO

 

"Hasta en la destrucción hay un orden, hay límites" Dora en Los Justos, de Albert Camus.

 

¿Qué encanto alberga la violencia? La violencia se me antoja como el desbordamiento de un río, como el estallido de un volcán, como el descorchar una botella, como un derrame. Estoy presuponiendo la definición de violencia que se centra en el orden que se ve roto, o en el límite que es transgredido. En esta dinámica con connotaciones catastrofistas siempre hay alguna consecuencia que resulta en herida para alguien, en dolor inevitable. Pero, ¿qué se esconde tras esta imagen aparentemente negativa y evitable de la violencia cuando la aplicamos a un caso muy concreto de violencia (pues esta noción puede definirse de modos diversos y acepta una amplia variedad de adjetivos que la califican)? Me estoy refiriendo a la violencia política. Me gustaría señalar dos supuestos que habitualmente se dan por hecho desde distintas posiciones políticas, para lo cual habrá que retirar sendos velos. Y en este ejercicio de desvelar lo oculto (algo que para los griegos era idéntico a la verdad) haré uso del único resto racional que deja tras de sí la violencia una vez su patentización real nos pone ante los despojos de su irracional campo de batalla. Esa estrategia empleada por los actores y gestores de la violencia con la que tratan de justificar y legitimar su acción no es más ni menos que la producción y pronunciación de discursos ante el público que va a sufrir los daños colaterales, de modo que estas personas acepten y soporten la violencia como algo natural o dado e incluso se sumen a las filas de los actores violentos.

La violencia revolucionaria es como un grito de protesta que pretende tener efectividad plena y transformar la sociedad en la que vive o cambiar el sistema político que sufre por otro más justo. Su objetivo entonces es restituir un anterior orden perdido o construir uno nuevo con el que hubiese más satisfacción. La filosofía revolucionaria marxista, por ejemplo, proclama que una vez una clase dominante se instaura en el poder acapara el sistema de valores y lo hace siervo de su praxis. La ideología que le es más amable se convierte en la aceptada e intocable  y la única vía para trastocar este orden es a través de la revolución violenta, cuyo objetivo es conseguir un nuevo orden donde las clases dominantes sean otras, las que estuvieron antes sometidas. La situación previa de opresión e iniquidad generalizada parece ser el plato fuerte de su discurso legitimador (Revolución Francesa, Revolución Rusa, Revolución Zapatista). Cabe entonces la pregunta de si en la consecución de este objetivo es inevitable el uso de la violencia o si caben otros medios.

La violencia, en cambio, está también en el sistema instituido. Y su presencia me resulta más ladina por lo invisible e intocable de su estampa.   La ya clásica definición de Weber[2] nos recuerda que todo estado precisa de la violencia para su mantenimiento y reproducción. Una vez se forma el estado, todo su aparataje se pone al servicio de sujetar a los ciudadanos, de convencerles de la necesidad de este y de que acepten sus métodos de coacción, sean estos palmarios o no. Los cuerpos de policía, los legisladores, los jueces, se basan en el derecho que ese estado detenta. Parafraseando las palabras de Walter Benjamin[3], el derecho primero funda el estado, al darle una base a su existencia y al legitimarlo políticamente, e igualmente lo mantiene, ejerciendo el poder en base a las leyes que de él se derivan. Por eso, cuando la violencia procede del cuerpo de policía siguiendo medidas políticas, esta parece justificada y legítima. Pero lo interesante aquí es la consideración del derecho en su primer momento embrionario como violencia, evocando el registro histórico para dar peso a este argumento: Revolución Espartana, Revolución Francesa, Cortes de Cádiz, Revolución Rusa. Una vez el derecho funda el estado se olvida  cual fue su origen, se olvida que fue violento y que siéndolo se inviste con el poder de castigar a los que ejercen la violencia fuera de los organismos legítimos para hacerlo. El castigo es siempre violento, pero esa violencia aparece purificada, limpia, sin tacha:

“En el comienzo, en la implantación de todo régimen, el poder es pura y simplemente violencia. Pero el régimen, una vez establecido, se autolegitima. Con ello la violencia desnuda, primaria, elemental deja de ejercerse.” Aranguren, 144[4]

Desde esta perspectiva y siguiendo a Aranguren, la violencia aparece como algo inevitable, sea para mantener el poder, sea para cambiarlo. Pero lo que aquí nos ocupa es si además es justificable. Invito a fijarse en el hecho de que tanto en un tipo como en otro de violencia, esta es apelada como un medio que puede conducir a un objetivo final: mantener el orden o subvertirlo. La violencia revolucionaria se ha amparado en el argumento que pone sobre la mesa la justicia inherente al fin que desea conseguirse para así justificar los medios violentos empleados para conseguirlo. Se deriva que el concepto de justicia que manejan es deudor del iusnaturalismo, según el cual la justicia y el derecho pueden no ser lo mismo, asumiendo además que en muchas ocasiones están divorciados. Las normas del derecho que desembocan en leyes injustas pueden y deben ser desobedecidas. La justicia de un sistema nuevo puede y debe alcanzarse a través de la quiebra del derecho actual; por tanto el derecho no siempre garantiza la justicia. La violencia estatal u oficial arranca de un estado de cosas como las que acabamos de describir (el liberalismo político surge de revoluciones liberales burguesas), pero andando el tiempo positiviza el derecho que  otrora se fundara por medios violentos y lo convierte en las únicas reglas del juego. Toda violación de las normas se considera violenta e ilegítima, confinando a los ciudadanos al marco dibujado por el legalismo estatal y orillando a los márgenes todo intento de cuestionarlo. Qué oportuna resulta aquí la cita de Bertolt Brecht: "Al río que todo lo arranca lo llaman violento, pero nadie llama violento al lecho que lo oprime".

Así sucede que los discursos que emanan de la violencia revolucionaria insisten en algún tipo de entidad no estatal que inspira su lucha: la igualdad entre los hombres, la conciencia proletaria, la montaña y las fuerzas de la naturaleza, el indigenismo. Son entidades nuevas o revitalizadas que tratan de rivalizar con el poder del estado a la hora de fundar un derecho nuevo. Basta leer el discurso de Emiliano Zapata justificando la lucha armada para entender a qué nos estamos refiriendo. Pongo aquí un fragmento para ilustrar lo que quiero decir: “La montaña nos habló de tomar las armas para así tener voz. Nos habló de cubrirnos la cara para así tener rostro. Nos habló de olvidar nuestro nombre para así ser nombrados. Nos habló de guardar nuestro pasado para así tener mañana.”  (Ejemplo 2)

Algo similar trataron de hacer en los años  60 los teóricos del terrorismo de ETA, utilizando como arma persuasiva la brutal represión que sufría el grupo (inicialmente con ambiciones meramente culturales y políticas) por parte del régimen franquista. “La historia ha demostrado […] que todo proceso de lucha nacional en favor de la independencia de un pueblo ha seguido siempre, y sin excepciones, la vía de la violencia y la lucha armada”[5]. Pero con una importante diferencia económica. Si los movimientos de liberación tercermundistas partían de bases sociales pobres o deprimidas, el terrorismo vasco se fundaba fundamentalmente en la clase burguesa industrializada y culta que había prosperado a lo largo del siglo XIX; y así mismo lo vieron algunos de los detractores de la lucha armada como Txillardegi:

Nosotros éramos partidarios de una lucha mucho más política, mucho menos militar, que la de los que finalmente vencieron en la V Asamblea (diciembre de 1966,)... La guerrilla urbana, y la guerrilla general, son quizás válidas como fuerza de apoyo, pero no como sistema de liberación de un país industrializado como España. Es válida en Vietnam, pero no aquí.[6]

Mucho más falaz se vuelve este argumento si lo situamos en la España democrática de las últimas décadas, donde además de falso se ha vuelto perverso.  

Los discursos que proceden de las filas estatales, en cambio, hunden sus raíces en el oficialismo de la salvaguarda del orden y seguridad ciudadanas, de los cuales se consideran garantes y protectores. En este sentido se puede comparar el discurso de George W. Bush ante la inminente invasión de Irak en 2003 y las declaraciones del alcalde de Barcelona justificando la carga de los mossos contra quienes secundaron la huelga general del pasado mes de marzo de este año en la ciudad condal. Sugiero que se vaya a estos textos (ejemplos 1 y 5) para leer de primera mano cómo se articularon estos discursos legitimadores de la violencia y que el lector extraiga sus propias conclusiones. No en vano, se apreciará que en ambos casos tratan los autores del discurso de presentar como inevitable el recurso a la violencia para evitar males mayores al conjunto de los ciudadanos, por los cuales parecen preocuparse; y presentan la carga policial o el ataque aéreo como las únicas opciones posibles de solución ante una supuesta amenaza o peligro que sólo ellos parecen sentir.

Mi particular opinión está más cercana a las posturas de Hanna Arendt, articuladas en la distinción no siempre reconocida entre el poder y la violencia. Define el poder la filósofa como la capacidad de actuar de manera concertada por un grupo de personas, mientras que la violencia está más próxima a la potencia y tiene un carácter instrumental. La violencia es una herramienta, por tanto, que permite aumentar la potencia natural para herir. El poder sí es necesario para el gobierno de un estado y se pierde una vez el grupo de desmembra, pero para su mantenimiento no es imprescindible el uso de la violencia, siendo esta un medio sustituible por otros. Cierto es que se ha convertido en una herramienta omnipresente, mas también ha habido casos en que un poder previo se ha derrotado por medios no violentos. Pensemos por ejemplo en el movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos liderado por Martin Luther King o la particular rebelión llevada a cabo por Gandhi. De hecho, parece que en la mente de todos está la más que deseable meta de conseguir alguna vez que la transformación de la sociedad se consiga por medios no violentos, hasta el punto de llegar a ser teorizado como una utopía por Javier Muguerza[7]. Arendt nos advierte de la violencia como arma de doble filo; pues por una parte parece un medio eficaz para obtener los fines que se pretenden, pero por otro, una vez se ha desatado es imposible prever sus consecuencias: “El fin está en peligro de verse superado por los medios que lo justifican y que son necesarios para alcanzarlo. Y desde el momento que actuamos, nunca conocemos con certeza las consecuencias finales de lo que estamos haciendo.” (Arendt, p.4)[8].   La violencia produce una especie de embriaguez bajo cuyos efectos somos capaces de cometer atrocidades de las que luego nos arrepentimos una vez se enfría la furia. ¿Es el discurso legitimador una coartada intelectual para entregarse a dicha bacanal? No diría eso, pues está claro que las luchas armadas premeditadas y organizadas que responden a una voluntad de liberación y restitución de la justicia no deben infravalorarse ni recibir el despectivo adjetivo de terroristas; pero también es cierto que  hay un peligro en emplear el argumento de la justicia de los fines para legitimar los medios, sean los que sean. Si los fines han de ser legítimos (como diría el iusnaturalismo), también han de serlo los medios (como diría el positivismo), aunque en ningún caso pondría unos al servicio de otros o viceversa, pues la justicia de los fines ha de perseguirse siempre, pero nunca a través de medios inicuos, si no queremos acabar en una flagrante incoherencia, en la que además resulten heridos inocentes. Para mí vale la pena la lucidez y la integridad en una lucha que no nos lleve a la atrocidad y más tarde al arrepentimiento, vale la pena  la utopía de la no-violencia. La violencia no es sólo el último recurso, una herramienta que debe evitarse, sino que estando dispuestos a abandonarla aunque con ello perdamos eficacia ganamos en grandeza moral; la grandeza moral que supone negarse a hacer daño a otro ser humano aunque con ello alarguemos el nuestro. Parece que no hay más remedio que escoger entre santidad y  resolución, mientras otros factores no vengan en nuestra ayuda. A veces las situaciones históricas que nos son ajenas pueden influir en la victoria o el fracaso de nuestra empresa (como que nuestro enemigo se vea debilitado o nuestra lucha reforzada), pero en lo que a nosotros respecta no debemos olvidar que santidad es a nuestro ser lo que resolución es a nuestro conseguir. ¿Qué prefieren ustedes?

 

“La no-violencia es un arma incomparable, que puede ayudar a todos.”

Gandhi

A continuación expondremos algunos ejemplos de discursos que de una u otra forma tratan de legitimar el uso de la violencia.

 

EJEMPLO 1

http://www.elmundo.es/especiales/2003/02/internacional/irak/discurso.html

Discurso del presidente de EEUU, George W. Bush, el 17 de marzo de 2003

Antes de que pueda llegar el día del horror, antes de que sea demasiado tarde para actuar, este peligro será eliminado. Estados Unidos de América tiene la autoridad soberana de usar la fuerza parar proteger su propia seguridad nacional. Ese deber me corresponde como comandante en jefe por el juramento que he prestado, por el juramento que respetaré.


En el caso de Irak, el Consejo de Seguridad sí actuó a comienzos del decenio de 1990. De acuerdo con las resoluciones 678 y 687, ambas aún vigentes, Estados Unidos y nuestros aliados estamos autorizados parar utilizar la fuerza y despojar a Irak de armas de destrucción masiva».

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no ha estado a la altura de sus responsabilidades. Por eso es que nosotros estaremos a la altura de las nuestras.

[...]

Todas las décadas de engaños y crueldades han llegado a su fin. Sadam Husein y sus hijos deben abandonar Irak dentro de 48 horas. Su negativa a hacerlo tendrá como resultado un conflicto militar que comenzará cuando nosotros lo decidamos.

Ese es el futuro que hemos elegido. Las naciones libres tienen la misión de defender a nuestra gente uniéndose contra los violentos


EJEMPLO 2

Guerrilleros zapatistas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (años 90)

"Nosotros somos el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Durante 10 años estuvimos viviendo en estas montañas, preparándonos para hacer una guerra. [...] Entonces nos fuimos a la montaña para buscarnos bien y para ver si encontrábamos alivio para nuestro dolor de ser piedras y plantas olvidadas. Aquí, en las montañas del sureste mexicano, viven nuestros muertos. Muchas cosas saben nuestros muertos que viven en las montañas. Nos habló su muerte y nosotros escuchamos. Cajitas que hablan nos contaron otra historia que viene de ayer y apunta hacia el mañana. Nos habló la montaña a nosotros, los macehualob, los que somos gente común y ordinaria. Los que somos gente simple, así como nos dicen los poderosos. Todos los días y sus noches que arrastran quiere el poderoso bailarnos el x-tol y repetir su brutal conquista. El kaz-dzul, el hombre falso, gobierna nuestras tierras y tiene grandes máquinas de guerra que, como el boob que es mitad puma y mitad caballo, reparten el dolor y la muerte entre nosotros. El falso que es gobierno nos manda los aluxob, los mentirosos que engañan y regalan olvido a nuestra gente. Por eso nos hicimos soldados. Por eso seguimos siendo soldados. Porque no queremos más muerte y engaño para los nuestros, porque no queremos el olvido. La montaña nos habló de tomar las armas para así tener voz. Nos habló de cubrirnos la cara para así tener rostro. Nos habló de olvidar nuestro nombre para así ser nombrados. Nos habló de guardar nuestro pasado para así tener mañana. En la montaña viven los muertos, nuestros muertos. Con ellos viven el Votán y el Ik´al, la luz y la oscuridad, lo húmedo y lo seco, la tierra y el viento, la lluvia y el fuego. La montaña es la casa del Halach uinic, el hombre verdadero, el alto jefe. Ahí aprendimos y ahí recordamos que somos lo que somos, los hombres y mujeres verdaderos. [...] Nacimos la guerra con el año blanco y empezamos a andar este camino que nos llevó hasta su corazón de ustedes y hoy los trajo a ustedes hasta el corazón nuestro. Esto somos nosotros. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional. La voz que se arma para hacerse oír. El rostro que se esconde para mostrarse. El nombre que se calla para ser nombrado. La roja estrella que llama al hombre y al mundo para que escuchen, para que vean, para que nombren. El mañana que se cosecha en el ayer".

 

EJEMPLO 3

Krutwig, F. Vasconia: estudio dialéctico de una nacionalidad. Buenos Aires, 1963.

 “la historia ha demostrado (…) que todo proceso de lucha nacional en favor de la independencia de un pueblo ha seguido siempre, y sin excepciones, la vía de la violencia y la lucha armada”

 

(Posturas tercermundistas que consiguieron apoyo en las filas del movimiento de liberación vasco)

 

Detractor de esta vía Txillardegi:

 

“Nosotros éramos partidarios de una lucha mucho más política, mucho menos militar, que la de los que finalmente vencieron en la V Asamblea (diciembre de 1966,)... La guerrilla urbana, y la guerrilla general, son quizás válidas como fuerza de apoyo, pero no como sistema de liberación de un país industrializado como España. Es válida en Vietnam, pero no aquí”

 

Víctor Manuel Javato González. ETA. Origen e ideología. En Ab Initio, Núm. 3 (2011)

 

De esta forma, tras la celebración de la segunda parte de esta V Asamblea, el grupo partidario de la vía tercermundista se convierte en la heredera legítima de ETA. Se imponen, así, definitivamente las posiciones nacionalistas sobre el universalismo marxista. Sin embargo, se le da un amplio contenido social a ese nacionalismo, rompiendo ya radicalmente con las posturas del nacionalismo vasco tradicional, y acercándose a posiciones de los movimientos revolucionarios tercermundistas, especialmente al maoísmo. Para Jáuregui[9], esta decantación por la vía anticolonialista supone el fruto de una lógica evolución ideológica como causa de:

“a) la existencia de un precedente anticolonialista en el nacionalismo vasco, y más concretamente en el nacionalismo radical, principal fuente ideológica de ETA; b) el hecho de que en el momento del nacimiento de ETA, y salvo en el caso de Irlanda (fácilmente encuadrable, asimismo, en el ámbito del nacionalismo tercermundista, en lo que a sus métodos se refiere), no existe en Europa occidental un movimiento nacionalista radical con la suficiente entidad como para aportar experiencias de lucha de liberación nacional; c) el hecho de que, tanto el sentimiento anticolonialista como el propio proceso de descolonización se hallan, en el momento del nacimiento de ETA, en su fase más álgida; d) la aparente coincidencia entre la idea de ETA (Euskadi, como país ocupado) con la realidad ofrecida por el franquismo, que mantiene una política de opresión y ocupación real y efectiva del País Vasco” 34.

Y supone, en definitiva, una aceptación y una preeminencia total de la solución armada y de los principios estratégicos acción-represión-acción frente a cualquier otro tipo de resistencia, animada y legitimada por la brutal represión que el régimen franquista emprende.


EJEMPLO 4

Pancarta en la manifestación contra los recortes del Gobierno del jueves 19 de julio de 2012

VIOLENCIA ES COBRAR 600 EUROS
 

EJEMPLO 5

http://www.publico.es/espana/429796/el-alcalde-de-barcelona-el-error-de-los-mossos-fue-tirar-para-atras

El alcalde de Barcelona, Xavier Trias, cree que la actuación de los Mossos d' Esquadra durante la huelga general fue "comprensiva" con los grupos violentos de Barcelona.

Siguiendo esta línea, ha comentado que "los mossos estaban sometidos a una presión tremenda" que les obligó a tomar estas medidas. Ha defendido la acción de los antidisturbios diciendo que no se puede permitir "que se queme una tienda", sobre todo si existe "el peligro de que se queme todo el edificio", añade.

Trias ha valorado la actuación de los Mossos d' Esquadra como algo positivo ya que cree que "podría haber acabado en una gran catástrofe". Durante la entrevista en Los Desayunos de TVE, el alcalde de Barcelona cree que el error de los antidisturbios fue "tirar para atrás en lugar de cargar" en varias ocasiones.

La capital catalana vivió intensos episodios violentos en enfrentamientos entre los mossos y los participantes de la huelga general durante el pasado 29 de marzo. Los agentes cargaron indiscriminadamente y 44 personas resultaron heridas.

En Barcelona se vivió un movimiento constante de sus furgones y se lanzaron pelotas de goma contra los manifestantes, entre los que se encontraban personas de todas las edades y familias, además de los alborotadores.

La jornada de huelga acabó con 41 detenidos que fueron puestos en libertad poco a poco, y hubo algunos casos que estuvieron en prisión durante varios días, tres jóvenes continúan detenidos.


EJEMPLO 6


MAHATMA GANDHI
 

Discurso al Congreso Nacional Indio del 7 de agosto de 1942 (selección)

 


 

Hay gente que tiene odio en sus corazones hacia los británicos. Yo he oído a gente decir que estaban disgustados con ellos. La mente de la gente común no diferencia entre un británico y la forma imperialista de su gobierno. Para ellos ambos son lo mismo. Hay gente a la que no le importa la llegada de los japoneses. Para ellos, quizá, significaría un cambio de amos.

Pero esta es una cosa peligrosa. Ustedes deben removerla de sus mentes. Esta es una hora crucial. Si permanecemos quietos y no jugamos nuestra parte, no estaremos en lo cierto.

Si son solamente Gran Bretaña y Estados Unidos quienes luchan en esta guerra, y si nuestro papel es solamente dar ayuda momentánea, sea que la demos voluntariamente o nos la tomen en contra de nuestros deseos, no será una posición muy feliz. Pero podemos mostrar nuestra firmeza y valor solamente cuando esta sea nuestra propia lucha. Entonces cada niño será un valiente. Lograremos nuestra libertad luchando. No caerá del cielo.

Yo sé muy bien que los británicos nos tendrán que dar nuestra libertad cuando hayamos hecho suficientes sacrificios y probado nuestra fuerza. Debemos remover el odio a los británicos de nuestros corazones. Al menos, en mi corazón no hay tal odio. De hecho, yo soy ahora un amigo más grande de los británicos de lo que lo fui nunca.

La razón para esto es que en este momento ellos están en apuros. Mi amistad demanda que yo debo ponerlos al tanto de sus equivocaciones. Como yo no estoy en la posición en que ellos se encuentran, yo estoy en condiciones de señalarles sus equivocaciones.

Yo sé que ellos están al borde del abismo, y que están casi por caer en él. Sin embargo, aún si ellos quieren cortarme las manos, mi amistad demanda que yo debo tratar de empujarlos lejos de tal abismo. Esta es mi pretensión, ante la cual mucha gente puede reír, pero no me importa, yo digo que esta es la verdad.

En el momento en que estoy por lanzar la mayor campaña de mi vida, no puede haber odio hacia los británicos en mi corazón. El pensamiento que, porque ellos están en dificultades, yo debo darles un empujón está totalmente ausente de mi mente. Nunca ha estado allí. Puede ser que, en un momento de enojo, ellos puedan hacer cosas que puedan provocarlos. Sin embargo, ustedes no deber recurrir a la violencia; eso pondría a la no-violencia en la deshonra.

Cuando ocurren tales cosas, ustedes deben asumir que no me encontrarán vivo, doquiera pueda estar. Su sangre estará sobre vuestra cabeza. Si ustedes no entienden esto, será mejor si rechazan esta resolución. Redundará en vuestro crédito.

¿Cómo puedo culparlos por las cosas que ustedes no son capaces de comprender? Hay un principio en una lucha, que ustedes deben adoptar. No creer nunca, como yo nunca he creído, que los británicos van a caer. Yo no los considero como una nación de cobardes. Yo se que antes de que ellos acepten la derrota cada alma en Gran Bretaña será sacrificada.

Ellos pueden ser derrotados y pueden dejarlos a ustedes como dejaron a los pueblos de Birmania, Malasia y otros lugares, con la idea de recapturar cuando puedan el territorio perdido. Esa puede se su estrategia militar. Pero suponiendo que nos dejen, ¿qué nos ocurrirá? En tal caso Japón vendrá aquí.

La llegada de Japón implicará el fin de China y quizá también de Rusia. En estas cuestiones, el Pandit Jawarharlal Nehru es mi gurú. Yo no quiero ser el instrumento de la derrota de Rusia ni de China. Si tal cosa ocurre me odiaré a mi mismo.

Ustedes saben que me gusta ir a gran velocidad. Pero puede ser que yo no esté yendo tan rápidamente como ustedes quisieran. Sardar Patel es relatado como habiendo dicho que la campaña debe estar finalizada en una semana. Yo no quiero ser apresurado. Si finaliza en una semana será un milagro, y si esto ocurre significará el ablandamiento del corazón británico.

Puede ser que la sabiduría descienda sobre los británicos y que ellos entiendan que es equivocado poner en prisión al mismo pueblo que quiere luchar por ellos. Puede ser que sobrevenga un cambio en la mente de Jinnah, también.

La no-violencia es un arma incomparable, que puede ayudar a todos. Yo sé que no hemos hecho mucho por el camino de la no-violencia y sin embargo, si tales cambios sobrevienen, asumiré que es el resultado de nuestro trabajo durante los últimos veintidós años y que Dios nos ha ayudado a alcanzarlo.

Cuando yo levanté el lema “Dejen India” el pueblo de la India, que estaba entonces abatido, sintió que yo había puesto ante él una cosa nueva. Si ustedes quieren la libertad verdadera, habrán de unirse, y tal unión creará verdadera democracia –igual a la que no hace mucho fue intentada o presenciada.

Yo tengo mucho leído acerca de la Revolución Francesa. Mientras estuve en la cárcel leí el trabajo de Carlyle. Tengo una gran admiración por el pueblo francés, y Jawarharlal me ha dicho todo sobre la Revolución Rusa.

Pero yo sostengo a pesar que ellas eran luchas por el pueblo no eran luchas por la verdadera democracia, que yo visualizo. Mi democracia significa que cada uno es su propio amo. He leído suficiente historia, y no he visto tal experimento a tan gran escala por el establecimiento de la democracia mediante la no-violencia. Una vez que ustedes entiendan estas cosas olvidarán las diferencias entre hindúes y musulmanes.

La resolución que es puesta ante ustedes dice:

“No queremos permanecer como ranas en una charca. Estamos alentando una federación mundial. Ésta solamente vendrá a través de la no-violencia. El desarme es posible sólo si ustedes utilizan la incomparable arma de la no-violencia.”

Hay gente que puede llamarme un visionario, pero yo soy un verdadero bania y mi negocio es obtener swaraj.

Si ustedes no aceptan esta resolución no estaré apenado. Por el contrario, danzaré con alegría, porque entonces ustedes de relevarán de una tremenda responsabilidad, que ustedes están ahora poniendo sobre mí.

Les pido que adopten la no-violencia como una cuestión de estrategia. Conmigo es un credo, pero en tanto ustedes están implicados les pido que la acepten como una estrategia. Como soldados disciplinados ustedes deben aceptarla totalmente, y adherirse a ella cuando se unan a la lucha.

La gente me pregunta hasta qué punto soy el mismo hombre que era en 1920. La única diferencia es que soy

mucho más fuerte en ciertas cosas ahora que en 1920.

 

New York Times, 8 de agosto de 1942

Traducción: Luis César Bou

 

 

 

 



[1] Los fundamentos éticos de la violencia revolucionaria. Una perspectiva sobre la violencia. Tesis doctoral de Rosa María Suñé Domènech. Universitat Pompey Fabra 2009 
[2] "El Estado es una entidad que detenta el monopolio del uso legítimo de la violencia y los medios de coacción." Max Weber.
[3] "Toda violencia es, como medio, poder que funda o conserva el derecho" Walter Benjamin, Para una crítica de la violencia. (1921). Ediciones aleph.com, 1999. P. 24.
[4] Jose Luis Aranguren, “Sobre la evitabilidad o inevitabilidad de la violencia”, en El futuro de la Universidad y otras polémicas, 1973.
[5] Krutwig, F. Vasconia: estudio dialéctico de una nacionalidad. Buenos Aires, 1963.
[6] Citado en Victor Manuel Javato González, “Eta. Origen e ideología”, en Ab Initio, Núm. 3 (2011), pp. 143-163, disponible en www.ab-initio.es.
[7] Javier Muguerza, “La no-violencia como utopía” en Adolfo Sánchez Vázquez (Ed.) El mundo de la violencia. Fondo de Cultura Económica, México D.F. 1998, pp 31-46.
[8] Hanna Arendt, On violence. Harcourt, Brace & World, INC. New York, 1969. Mi traducción.
[9] Se refiere a la obra de Jaúregui, G. Ideología y estrategia política de E.T.A. Análisis de su evolución entre 1959 y 1969. Ed. Siglo XXI. Madrid, 1981.
 

jueves, 13 de septiembre de 2012

DESPUÉS DEL DESCANSO ESTIVAL EL PRÓXIMO CAFÉ FILOSÓFICO SERÁ EL DOMINGO 23 DE SEPTIEMBRE, EN EL QUE TRATAREMOS DE DAR RESPUESTA A LA PREGUNTA:
¿EN QUÉ CASOS ESTARÍA JUSTIFICADO EL EMPLEO DE LA VIOLENCIA?
¡OS ESPERO!