Hemos concluído el ciclo de cafés sobre este tema; 3 largas sesiones que aseguro pueden haberse quedado nada más que en los prolegómenos del asunto. La vivimos y sentimos cada día pero por lo visto no hablamos lo suficiente sobre ella, a juzgar por las ganas con las que hemos compartido estos bocados y todo el paladeo que nos han sugerido.
Para los que no pudisteis asistir, os pongo en bandeja los pinchos para que degustéis.
EL SEXO II
Entre las piernas suaves pasa un río,
lecho insinuado para el agua viva;
entre la fresca sombra o un humo quedo
que en el terso crepúsculo está inmóvil.
Entre los muslos, sólo el tiempo quieto,
el tiempo que no pasa, eternamente,
inmortal, sin nacer, entre las sombras.
Entre las piernas bellas sólo un río
en el fondo se siente cruzar único.
Agua oscura sin tiempo que no nace
y que sobre la tierra desemboca.
Oh, hermosa conjunción de sangre y flor,
botón secreto que en la luz perfuma
el nacimiento de la luz creciendo
de entre los muslos de la bella echada.
Ruda moneda o sol que exhala el día
naciendo de ese cuerpo dolorido,
presto al amor cuando el cenit empuje
al adversario que agresivo avanza.
Misterio entonces del ocaso ardiente
cuando como en caricia el rayo ingrese
en la sima voraz y se haga noche :
noche perfecta de los dos amantes.
Vicente Aleixandre
“Querido
Coleccionista: Le odiamos. El sexo pierde todo su poder y su magia cuando es
explícito, rutinario, exagerado, cuando es una obsesión mecánica. Se convierte
en un fastidio. Ud. nos ha enseñado más que nadie sobre el error de no mezclar
sexo con emociones, apetitos, deseos, lujuria, fantasías, caprichos, vínculos
personales, relaciones profundas que cambian su color, sabor, ritmo,
intensidad.
No sabe lo que se pierde por su observación microscópica de la actividad
sexual, excluyendo los aspectos que son el combustible que la enciende: intelectuales,
imaginativos, románticos, emocionales. Esto es lo que le da al sexo su
sorprendente textura, sus transformaciones sutiles, sus elementos afrodisíacos.
Usted reduce su mundo de sensaciones, lo marchita, lo mata de hambre, lo
desangra.
Si nutriera su vida sexual con toda la excitación y aventura que el amor
inyecta a la sexualidad, sería el hombre más potente del mundo. La fuente del
poder sexual es la curiosidad, la pasión. Usted está viendo extinguirse su
llamita asfixiada. La monotonía es fatal para el sexo. Sin sentimientos,
inventiva, disposición, no hay sorpresas en la cama: El sexo debe mezclarse con
lágrimas, risas, palabras, promesas, escenas, velos, envidias, todos los
componentes del miedo, viajes al extranjero, nuevos rostros, novelas, historia,
sueños, fantasías, música, danza, opio, vino.
¿Sabe cuánto pierde por tener ese periscopio en la punta de su sexo, cuando
podría gozar un harén de maravillas distintas y novedosas? No hay dos cabellos
iguales, pero usted no nos permite perder palabras en la descripción del
cabello; tampoco dos olores, pero si nos expandimos en esto, usted chilla :
¡Sáltense la poesía! No hay dos pieles con la misma textura y jamás la luz,
temperatura o sombras son las mismas, nunca los mismos gestos, pues un amante,
cuando está excitado por el amor verdadero, puede recorrer la gama de siglos de
ciencia amorosa. ¡Qué variedad, qué cambios de edad, qué variaciones en la
madurez y la inocencia, perversión y arte...!
Nos hemos sentado durante horas preguntándonos cómo es usted.
Si ha negado a sus sentidos seda, luz, color, olor, carácter, temperamento,
debe estar ahora completamente marchito. Hay tantos sentidos menores fluyendo
como afluentes al río del sexo, nutriéndola. Sólo la pulsación unánime del sexo
y el corazón juntos pueden crear éxtasis.”
Tal y como cuenta Isabel Allende
en su libro Afrodita, en la década de los 40, Anaïs Nin y Henry Miller
sobrevivieron un tiempo escribiendo cuentos eróticos para un hombre que les
pagaba por página. Este cliente, que se hacía llamar El Coleccionista,
permaneció siempre anónimo, llenando de indignada curiosidad a los dos grandes
autores que prestaron su talento y su pluma para satisfacer sus caprichos. Este
coleccionista de pornografía no apreciaba el estilo y en repetidas ocasiones
les exigió que se “saltaran la poesía” y se concentraran en el sexo, porque lo
demás no le interesaba. Anaïs Nin le escribió una carta en la que define
magistralmente la esencia del erotismo.
“Voluptuosos de todas las edades Y de todos los sexos, a
vosotros solos ofrezco esta obra: nutríos de sus principios, que favorecen
vuestras pasiones; esas pasiones, de las que fríos e insulsos moralistas os
hacen asustaros, no son sino los medíos que la naturaleza emplea para hacer
alcanzar al hombre los designios que sobre él tiene; escuchad sólo esas
pasiones deliciosas, su órgano es el único que debe conduciros a la felicidad.
“…De la naturaleza proceden los principios que hacen actuar a
los libertinos. Ya te he dicho mil veces que la naturaleza, que para el
perfecto mantenimiento de las leyes de su equilibrio necesita unas veces de los
vicios y otras de las virtudes, nos inspira en cada momento el impulso que le
es necesario; por consiguiente no cometemos ningún tipo de mal al entregarnos a
esos impulsos, como quiera que los imaginemos”
Marqués de Sade. Filosofía
en el Tocador.
Todas las sociedades y todos los
hombres se preocupan del sexo, del cual hablan y tienen un discurso sobre este
asunto. Me parece que en la mayoría de las sociedades no occidentales ese
discurso se conforma como un arte erótica, es decir, una tentativa un intento
de intensificar, llevar al máximo las sensaciones y placeres eróticas. Un saber
en el interior del placer que constituye un tipo de técnica de multiplicación
del placer. Estas artes eróticas son en general detentadas por unos iniciados
que las transmiten a los no iniciados.
Al contrario, en occidente, creo a
propósito del sexo, tenemos otro discurso, el discurso de la verdad del placer.
Qué constituye la verdad del sexo, qué hay al fondo de la sexualidad, cuál es
el secreto, hay un secreto en la sexualidad que implica la verdad en nosotros
mismos. Yo creo que esta es la ciencia erótica, que es diferente al del arte
erótica, que es propia de nuestra sociedad.
“Ars erotica y scientia
sexuales”
Michel Foucault y la
historia de la sexualidad (doc. sonoro)
Siendo los instintos sexuales
aquellos en cuyo conocimiento hemos avanzado más hasta el día, limitaremos a
ellos nuestra investigación de los destinos por los cuales pasan los instintos
en el curso del desarrollo y de la vida. De estos destinos nos ha dado a
conocer la observación los siguientes:
La
transformación en lo contrario (sadismo/masoquismo)
La orientación
hacia la otra persona (cambio de objeto)
La represión
(entre la condena y la fuga)
La sublimación
Sigmund Freud. “Los instintos y sus destinos”
1915
El psicoanálisis nos ha revelado
que la esencia del proceso de la represión no consiste en suprimir y destruir
una idea que representa al instinto, sino en impedirle hacerse consciente.
Decimos entonces que dicha idea está en un estado de ser “inconsciente” y
tenemos pruebas de que, aún siéndolo, puede producir determinados efectos, que
acaban por llegar a la conciencia.
Sigmund Freud. “Lo
inconsciente” 1915
Los construccionistas sociales
siguen el punto de vista histórico de Michel Foucault sobre la sexualidad
humana. Su finalidad es establecer que la sexualidad humana, lejos de ser un
fenómeno natural que ha de ser explicado a través de instintos fijos e
inherentes – y de otros determinismos biológicos – es 1) fundamentalmente una construcción y una contingencia; 2) está
formada por el orden jerárquico de las normas sociales dominantes, y también
por los discursos ideológicos y opresivos de la ciencia moderna; pero también
3) está reinventada por sujetos totalmente individuales constituidos a través
de sus deseos sexuales, que pueden resistir el poder de tales construcciones
discursivas, formar nuevas comunidades sexuales, forjar subculturas liberadoras,
y definir sistemas de valores que respetan la diversidad y las opciones. […]
Sin embargo, los antropólogos han mostrado una y otra vez que la gente
experimenta el sexo incrustado en la “reproducción terrenal” (incluyendo el
familiarismo, el cuidado material y emocional de sí mismo, el trabajo rutinario
para conseguir recursos, el cuidado de la casa, y dar vida como fuente
potencial de paternidad) y que cualquier cultura relaciona los discursos sobre el sexo con
asuntos como la procreación y la fertilidad. Por ello, lo que se necesita
teorizar es la relación entre los placeres del cuerpo (el placer sexual es uno
entre otros) y la reproducción física.
Antropología de la
sexualidad y diversidad cultural. José Antonio Nieto (Editor)
Si aceptamos el cuerpo como una situación cultural,
entonces la noción de un cuerpo natural y, desde luego, de un “sexo” natural se
hace cada vez más sospechosa. Los límites del género, la gama de posibilidades
de una interpretación vivida de una anatomía sexualmente diferenciada, parece
menos restringida por la anatomía que por el peso de las instituciones
culturales que convencionalmente han interpretado esa anatomía. Esto queda bien
claro si llevamos la formulación de Beauvoir a sus consecuencias no formuladas,
acerca de si el género necesita estar vinculado al sexo de algún modo o bien
este vínculo es en sí mismo una convención cultural. Si el género es una forma
de existir el propio cuerpo, y el propio cuerpo
es una situación, un campo de posibilidades culturales a la vez recibidas
y reinterpretadas, entonces tanto el género como el sexo parecen ser cuestiones
completamente culturales. El género parece menos una función de anatomía que
uno de sus posibles usos: el cuerpo de la mujer es uno de los elementos
esenciales de su situación en el mundo. Pero ese cuerpo no basta para definirla
como mujer; no hay verdadera realidad viva a excepción de la que manifiesta el
individuo consciente en sus actividades y en la intimidad de la sociedad.
Judith Butler.
“Variaciones sobre sexo y género”
La simple actividad sexual es
diferente del erotismo: la primera se da en la vida animal y sólo la vida
humana muestra una actividad que define, tal vez, un aspecto “diabólico” al
cual convienen el nombre de erotismo.
Es verdad que “diabólico” se vincula
con el cristianismo. No obstante, según todas las apariencias y aún cuando el
cristianismo era algo lejano, la más antigua
humanidad conoció el erotismo; los documentos de la prehistoria son
sorprendentes: las primeras imágenes de los hombres, pintadas en las paredes de
las cavernas, tienen el sexo erguido. No tienen nada estrictamente “diabólico”;
son prehistóricas, y en ese tiempo el diablo… a pesar de todo.
Si “diabólico” significa
esencialmente la coincidencia de la muerte y del erotismo, si el diablo no es
otra cosa sino nuestra locura, si lloramos, si largos sollozos nos desgarran –
o si nos domina una risa enloquecida -, podremos dejar de percibir, ligada al
erotismo naciente, la preocupación y el tormento de la muerte, de la muerte en
un sentido trágico, aún cuando risible al persistir. Aquellos que la mayoría de
las veces se representaron en estado de erección, sobre las paredes de sus
cavernas, no diferían de las bestias únicamente a causa del deseo que de esta manera estaba asociado – en
principio –a la esencia de su ser. Lo que sabemos de ellos nos permite decir
que sabían – cosas que ignoraban los animales – que morían…
[…]
El hombre, a quien la conciencia
de la muerte opone al animal, también se aleja de éste en la medida en que el
erotismo sustituye el instinto ciego de los órganos por el juego voluntario,
por el cálculo del placer.
George Bataille. Breve historia del erotismo.
Se ha dicho a menudo que la
civilización industrial avanzada opera con un mayor grado de libertad sexual;
"opera" en el sentido que ésta llega a ser un valor de mercado y un
elemento de las costumbres sociales. Sin dejar de ser un instrumento de
trabajo, se le permite al cuerpo exhibir sus caracteres sexuales en el mundo de
todos los días y en las relaciones de trabajo. Éste es uno de los logros únicos
de la sociedad industrial, hecho posible por la reducción del trabajo físico,
sucio y pesado; por la disponibilidad de ropa barata y atractiva, la cultura
física y la higiene; por las exigencias de la industria de la publicidad, etc.
Las atractivas secretarias y vendedoras, el ejecutivo joven y el encargado de
ventas guapo y viril, son mercancías con un alto valor de mercado, y la
posesión de amantes adecuadas —que fuera una vez la prerrogativa de reyes,
príncipes y señores— facilita la carrera de incluso los empleados más bajos en
la comunidad de los negocios.
Herbert Marcuse
Desde las investigaciones de
Bronislaw Malinoski (1927) sobre la familia avunculocal trobiandesa los
antropólogos han criticado el concepto de complejo de Edipo, ya que éste
imponían al mundo una definición del desarrollo de la personalidad apropiada a
la clase media de la Viena decimonónica en donde Freud practicó y desarrolló
sus teorías. Según Malinowski, los hombres Trobiandeses no desarrollarían este
complejo, porque la autoridad familiar no era ejercida por el padre, sino por
un tío materno. De esta forma, crecerían sin esos sentimientos, según Freud
universales, de amor y odio hacia el padre. Melford Spiro (1982) ha intentado rescatar
la teoría freudiana, proponiendo una separación entre el amor-odio engendrado
por celos sexuales y el engendrado por la autoridad. El muchacho trobiandés
vive con su padre y su madre hasta que se hace adolescente. Mientras su padre
sea una figura accesible y no autoritaria, hay muchas oportunidades de que
padre e hijo desarrollen sentimientos de rivalidad sexual respecto a la madre y
esposa. Spiro concluye entonces que Malinoswki no ofreció pruebas de que a los
trobiandeses les faltara una base para desarrollar el complejo de Edipo. Sigue
siendo cierto, sin embargo, que la intensidad e importancia del complejo de
Edipo debe variar según sea la magnitud y el carácter del control que los
padres ejercen sobre los hijos, y a su vez, tal control varían con la
naturaleza de la familia en donde uno crece.
Marvin Harris. Antropología cultural.
El individuo existe, como quien
dice, en dos dimensiones diferentes, caractirizadas por procesos mentales y
principios diferentes. La diferencia entre estas dos dimensiones es
genética-histórica tanto como estructural: el inconsciente, regido por el
principio del placer, abarca “los más viejos procesos primarios, los residuos
de una fase de desarrollos en la cual eran la única clase de proceso mental”.
No luchan más que por “obtener placer: ante cualquier operación que puede
provocar desagrado (dolor) la actividad mental retrocede”. Pero el principio
del placer irrestringido entra en conflicto con el ambiente natural y humano.
El individuo llega a la traumática comprensión de que la gratificación total y
sin dolor de sus necesidades es imposible. Y después de esta experiencia de
frustración, un nuevo principio de funcionamiento mental gana ascendencia. El
principio de la realidad invalida el principio del placer: el hombre aprende a
sustituir el placer momentáneo, incierto y destructivo, por el placer
retardado, restringido, pero “seguro”. De acuerdo con Freud, a través de esta
perpetua conciliación por medio de la renunciación y restricción, el principio
de la realidad “protege más que destrona”, modifica antes que negarlo, el
principio del placer.
Herbert Marcuse. Eros y civilización.
No todo funciona al unísono: lo
real social no está hecho a imagen y semejanza de la escena mediática
hipersexual que se despliega ante nuestros ojos.
Por un lado, el sexo se expresa
cada vez más de manera paroxística; por el otro, los comportamientos cotidianos
son poco desmedidos, poco transgresores, poco desbocados. Hipertrofia icónica
del sexo, moderación libidinal de las masas: exceptuando algunas minorías, las
lógicas del exceso siguen atrincheradas en el consumo exclusivo de imágenes y
discursos. Desbocado en lo imaginario y simbólico, lo libidinal se autolimita,
es “prudente” en lo real. Orgía de representaciones, orden regulado de las
costumbres; de este modo, más allá de las promesas porno, prosigue el proceso
de civilización de Eros. Ni orgiástico ni puritano, el modelo que domina es el
de un hedonismo templado, con pocos excesos.
Gilles Lipovetsky. La felicidad paradójica.
Lo real, para el ser parlante, es
que se pierde en alguna parte. Pero, ¿dónde? Ahí es donde Freud hizo hincapié:
se pierde en la relación sexual. Es increíble que nadie se planteara esto antes
que Freud ya que se trata de la vida misma de los seres parlantes. Que nos
perdemos en las relaciones sexuales es algo evidente, incontestable, ha sido
así desde siempre y hasta cierto punto, al fin y al cabo, sigue siendo así. Si
Freud centró las cosas en la sexualidad es porque en la sexualidad el ser
parlante balbucea... Porque se da cuenta de que hay una cosa que se repite en
su vida y siempre es la misma, y que esa es su verdadera esencia. ¿Qué es esa
cosa que se repite? Una cierta manera de gozar.
Jacques Lacan. La
sexualidad.
La mujer que no quiere ser esclava del hombre no huye de él en absoluto;
más bien trata de convertirlo en instrumento de su placer. En circunstancias
favorables -que dependen en gran medida de su compañero- la idea misma de
competición desaparece y se complace en vivir en su plenitud su condición de
mujer como el hombre vive su condición de hombre. (página 524).
Entre mujeres, el amor es contemplación: las caricias no están
destinadas a apropiarse de la alteridad como a recrearse lentamente a
través de ella; una vez abolida la separación, no hay ni lucha, ni victoria, ni
derrota; en una reciprocidad exacta cada una es al mismo tiempo sujeto y
objeto, soberana y esclava: la dualidad es complicidad. (página 530).
Simone de Beauvoir. El segundo sexo.
El Tantra dice: utiliza la energía sexual, no luches contra ella,
¡transfórmala! No pienses en términos de antagonismo, sé amigable con ella. Es tu
energía; no es maligna ni nociva. Toda energía es neutral; puede ser
utilizada contra ti o a tu favor; puedes crear un bloqueo, una barrera, o
puedes hacer de ella un escalón. Se puede utilizar: si se hace correctamente se
vuelve amistosa; si se usa equivocadamente se vuelve tu enemiga. Pero no es ni
una cosa ni la otra; la energía es neutral.
El Tantra dice que estas energías tienen que ser transformadas. Si estás
en contra de lo terreno, entonces no hay posibilidad para el nirvana, porque es
precisamente lo terreno lo que ha de ser transformado en el nirvana. En ese
caso, irás en contra de las energías básicas que son la fuente en sí. La
alquimia del Tantra dice: no luches, sé amigable con todas las energías que te
han sido dadas; recíbelas amistosamente. Siéntete agradecido por tu ira, por tu
sexo, por tu avidez. Siente agradecimiento porque son fuentes ocultas y pueden
ser transformadas, pueden abrirse. Cuando el sexo se transforma, se vuelve
amor. El veneno se disuelve, lo feo desaparece.
El Tantra dice: aborda el acto sexual como si entrases en un templo
sagrado; por eso sus templos sagrados contienen imágenes de actos sexuales.
Para que en tu mente permanezcan asociados y sientas que entre lo terreno y lo
divino no hay conflicto, que son una unidad. No se contradicen, son polos
opuestos que se ayudan mutuamente. Y pueden existir únicamente debido a esta
polaridad; si ésta desaparece, se pierde todo este mundo. Así que percibe la
profunda unidad subyacente; no percibas sólo los polos opuestos, sino el
interior subyacente que los hace uno.
Osho. Tantra, espiritualidad y
sexo.
El sexo es sólo el principio, no el fin. Pero si te pierdes el
principio, también te perderás el final.
El pecado original no es el sexo, es la culpa.
El orgasmo es el éxtasis del cuerpo, si le sumas amor, se
convierte en el éxtasis del alma.
El más grande placer que uno pueda experimentar es sólo un indicio de
las posibilidades del alma.
Complacer a una mujer es complacer a una diosa, complacer a un hombre es
complacer a un dios.
Perderse en el sexo es un placer, encontrarse en él una bendición
Los deseos son satisfechos según tu nivel de conciencia, cuando la
conciencia es pura todo deseo se satisface por completo.
No anheles un cielo lejano este mundo con amor es el cielo.
Frases del Kama Sutra.
¡Os deseo un feliz Ananga Ranga en compañía!